Barcelona, mayo de 2009.
Como cada año desde hace tres o cuatro, me marché a Barcelona el úlltimo fin de semana de mayo, para asistir al Primavera Sound (este año bastante más flojo que en ediciones anteriores, salvando el viernes). Parece que para la ocasión, lo descafeinado del festival tuvo su continuidad en las calles, aunque no por falta de lugares a los que acudir, sino por falta de tiempo por mi parte: mis planes de acercarme a ver el tiburón de Blu o de dar un paseo por Poble Nou se quedaron reducidos a un pequeño paseo por la calle Tallers y una breve visita al Raval y a su (eso sí, ineludible) callejón del Carrer de Picalquers, del que ya hemos hablado antes en estas páginas.
Dicho esto, sólo me queda confesar que la selección de imágenes es un rato pobre, y que no se debe tomar este post, por supuesto, como un vistazo a la actualidad del arte urbano barcelonés, sino sencillamente como una anécdota, protagionizada por esos pequeños hombres mirando a la pared y por un rincón (el de Carrer de Picalquers) que la magia del Photomerge ha dejado tan chulo como luce en la instatánea de arriba (cuatro imágenes verticales unidas en una sola como por arte de birlibirloque). Poco más. A ver la próxima.
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