La Coruña, abril de 2010: la precrónica.

Pues sí, ante el pánico (que no la pereza) que me produce plantarme delante del centenar de fotos (o más) que tomé este sábado en La Coruña con motivo de mi visita relámpago a lo del M.U.A.U. he decidido sacar las de la off-crónica, que he llamado precrónica. Mira, puede que os aburra, pero me sirve para afrontar con más ánimo la selección de cosas para los próximos días. Ahí va:

08:34 h.: esperando para embarcar en la T4.



10:03 h.: en el avión, devoro la polémica Banksy-PublicAdCampaign-Vandalog-WoosterCollective. Fascinante.



10:50 h.: me planto delante de la Fundación Caixa Galicia... pero no abren hasta las 12:00.



11:01 h.: apenas unos metros más allá, está la obra de Momo, aún sin rematar. Fotografío algo más que mi sombra.



11:10 h.: compro un callejero y me tomo un café en la cervecería La Bombilla para planificar bien el paseo. Cafés y tapas a 1€.



11:30 h.: con la planificación hecha, me echo (de echar) a la calle.



11:47 h.: en la calle de San Juan, un espejo lleno de tags separa el asfalto de la acera.



12:28 h.: me acerco a la playa, pero todo lo que encuentro son unas cuando menos extrañas dunas artificiales. La playa patas arriba, vamos.



13:20h.: alguien me da, en plena calle Real, un folleto que reza: El Titánic. Un viaje sin retorno. La travesía que desafió a Dios. Por lo visto, el comandante cometió el error de decir "Este barco no lo hunde ni Dios".



13:31: comida rápida (literalmente) en un restaurante de comida rápida. El pixelado es irónico, claro.



14:29 h.: tras visitar la exposición del M.U.A.U. en la Fundación Caixa Galicia, tomo algunas notas en los folletos de la misma.



15:05 h.: las gaviotas pasean tran tranquilas por Atocha Baja. Tan tranquilas que me da tiempo a sacar el tele.



15:30 h.: doy por finalizado el paseo en busca de muestras de arte urbano. La cosa no se ha dado mal. Echo (de echar) un vistazo a la cobertura sobre el mapa.



15:42 h.: cuando vuelvo al Obelisco, Momo está trabajando en su obra. Lo observo durante un par de horas. Los niños se acercan con curiosidad (con demasiada, en algún caso) y su encuentro con el artista genera momentos geniales.



18:50 h.: camino ya del aeropuerto, echo un vistazo al fantástico libro que he comprado para las chicas.